El cambio es fácil y relativamente económico, tanto en entornos residenciales como comerciales.
Es importante tener en cuenta que la transición a iluminación eficiente energéticamente implica no solo un cambio tecnológico sino también un cambio social. La gente tiene que querer hacer el cambio. Las personas tienen que entender los efectos positivos de una iluminación LED bien gestionada en la comodidad y en el bienestar. Las empresas y las ciudades tienen que entender sus ventajas no solo en términos de reducción del consumo energético y de las emisiones, sino también en términos de mejoras en el funcionamiento y en la calidad de vida.
El sentido de urgencia es apropiado. Pero el alarmismo y las acusaciones no provocarán el cambio social necesario. Por el contrario, hay que hacer hincapié en la adopción de medidas eficaces para mejorar la eficiencia energética y la calidad de vida, el trabajo y la economía.